La escultura
Los bloques en que fueron
talladas son tobas
volcánicas y andesitas lávicas, algunas de grandes dimensiones, hasta de más de cuatro
metros de altura y de varias toneladas de peso. Con excepción de la vecina
región de Tierradentro (Cauca) en ninguna otra zona de Colombia se presentan
estos rasgos monumentales de la escultura y puede afirmarse, por consiguiente,
que ellos están confinados al Alto Magdalena.
La estructura general del
complejo arqueológico de San Agustín ofrece algunos rasgos muy característicos,
como la homogeneidad de ciertos elementos y su continuidad a través de los
distintos períodos evolutivos, lo que habla en favor de un parentesco cultural
de los diferentes grupos que allí concurrían y de una larga tradición de los
mismos, expresada en elementos indicativos como la cerámica y la industria
lítica, como también en ciertos motivos representados en las esculturas, cuyas
formas ancestrales se inician por lo menos en el siglo VII a. C. y
persisten, al lado de otras posteriores, hasta el siglo XVI de nuestra era.
También la serpiente ocupa un
papel preponderante en las representaciones escultóricas de San Agustín y en la
fuente ceremonial de Lavapatas. Una estatua que se encuentra hoy en el parque
arqueológico, en el llamado "Bosque de las Estatuas", presenta las
manos dobladas sobre el pecho y éstas sostienen, de la cola y de la cabeza, una
serpiente enrollada. Los elementos que caracterizan esta escultura permiten
interpretarla como una Divinidad de las lluvias o como la representación de un
sacerdote en el momento de invocar el espíritu de la deidad para que se
pronuncie en favor del campo o de las cosechas.
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