Cultura
(organización social)
Los rasgos peculiares que
caracterizan el florecimiento de la cultura de San Agustín, entre el
300 d. C. al 800 d. C., tales como el gran desarrollo de la
estatuaria lítica, que presenta una etapa ya muy avanzada desde el siglo VII a. C.,
la construcción de grandes terraplenes o aterrazamientos para la localización
de las necrópolis, la edificación de muros de contención, las tumbas revestidas
con grandes lajas de piedra, algunas, las principales, cubiertas con montículos
artificiales coronados con templetes funerarios, las fuentes ceremoniales
labradas en la roca viva, reflejan una adelantada organización del trabajo y
una estratificación social y política. La escultura, en particular, indica
claramente una verdadera especialización del trabajo, ya que esta actividad,
dado el grado de complejidad y de adelanto que alcanzaron sus artífices, supone
una gran habilidad profesional, un notable talento artístico y en especial un
profundo conocimiento de las creencias religiosas de la tribu, a través de una
larga tradición de tales manifestaciones religiosas. Además, diferencias que se
aprecian en la estructura de los sepulcros de un mismo yacimiento, sin
indicaciones claras de una secuencia cultural, hablan más de una
estratificación social, puesto que la cerámica y otros elementos del ajuar
funerario atestiguan la contemporaneidad de unos y otros. Tal estratificación
estaría basada sobre la diferencia entre los grupos ocupacionales y en la
jerarquía política y religiosa, consolidada en la formación de pequeños señoríos,
una organización típica de la mayor parte de los grupos indígenas encontrados
por los españoles en el siglo XVI en la región andina de Colombia.
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