PARQUE ARQUEOLÓGICO DE SAN AGUSTIN

PARQUE ARQUEOLÓGICO DE SAN AGUSTIN
Templete funerario del monticulo nor-occdental de la mesita B, representa la imagen de un guerrero cuya deidad protectora es de aspecto antropozoomorfo

domingo, 9 de noviembre de 2014


PARQUE ARQUEOLÓGICO SAN AGUSTÍN  HUILA
Cultura San Agustín



Sam Agustin es una importante región arqueológica, en la que se han hallado varios centenares de esculturas monolíticas, que indican que allí floreció desde remotos tiempos una cultura, que hoy es objeto de estudio por parte de misiones científicas para establecer los orígenes y los rasgos peculiares de este pueblo. Esta cultura se inició a partir del siglo XXXIII a. C., en el siglo VII a. C. ya es una cultura que presenta un considerable desarrollo, según las fechas de carbono 14 de muestras orgánicas obtenidas recientemente asociadas a la agricultura, la cerámica, la orfebrería y el arte escultórico.

Los vestigios arqueológicos
La zona donde se encuentran las reliquias prehispánicas se ubica en una región que corresponde a los actuales municipios de San AgustínIsnos y Saladoblanco. Vestigios similares se han identificado también hacia la vertiente que cae sobre la Amazonía, especialmente en la localidad de Santa Rosa del Caquetá. Se debe tener en cuenta que una vasta extensión de esta zona está aún sin explorar, particularmente las zonas que ascienden hacia el Valle de las Papas, cubiertas por una densa vegetación selvática que sólo hasta años recientes empezó a ser desmontada a trechos por las avanzadas colonizadoras. En esta área aparecen, aislados unos de otros, núcleos de estatuas y de tumbas, a manera de centros ceremoniales. La tradición histórica ha señalado estos lugares con nombres especiales, que en su mayor parte se conservan hasta hoy, como Mesitas, Lavapatas, Ullumbe, Alto de los ÍdolosAlto de las Piedras, Quinchana, El Tablón, La Chaquira, La Parada, Quebradillas, Lavaderos y otros. En tales lugares se han encontrado concentraciones de tumbas, algunas revestidas con grandes lajas y con sarcófagos monolíticos en su interior, cubiertas con montículos artificiales que alcanzan hasta 30 m de diámetro y 5 m de altura; estatuas de más de 4 m de altura y de varias toneladas de peso. El trabajo lítico más destacado es la llamada "Fuente de Lavapatas", un lecho rocoso de la quebrada del mismo nombre, en donde los nativos labraron una fantástica fuente ceremonial, con tres piletas y numerosas figuras serpentiformes y batracomorfas en bajo relieve, circundadas por diminutos canales por los que corre el agua de manera armoniosa. El sitio estaba consagrado al culto de las deidades acuáticas y a la práctica de ceremonias de curación.


Tumbas de la cultura San Agustín.
La primera información acerca de las ruinas arqueológicas de San Agustín aparece en la obra Maravillas de la Naturaleza, escrita por el misionero mallorquín Fray Juan de Santa Gertrudis, de la Orden Observante, quien visitó varias veces el lugar, la primera en el año de 1756. Su crónica de viaje, iniciada en Cartagena de Indias y terminada en Lima, permaneció inédita en Palma de Mallorca por cerca de dos siglos, hasta cuando en 1956 fue enviada a Colombia una copia del manuscrito y publicada en el mismo año en la serie Biblioteca de la Presidencia

Es una descripción muy superficial de algunos de los monumentos, Santa Gertrudis cuenta cómo, ya desde esa época, buscadores de tesoros se empeñaban en remover las estructuras funerarias. Siguieron después la visita del naturalista 
Francisco José de Caldas (1797), del geógrafo y cartógrafo italiano Agustín Codazzi (1857) y Carlos Cuervo Márquez (1892), entre los principales del siglo pasado. En 1914 es cuando realmente se inicia el estudio científico de tales vestigios, con la visita a la región del investigador alemán Konrad Theodor Preuss y posteriormente con las exploraciones del arqueólogo español José Pérez de Barradas y del colombiano Gregorio Hernández de Alba (1937), Luis Duque GómezEduardo Unda y Tiberio López (1943-1960), Gerardo y Alicia Reichel-Dolmatoff (1966), Luis Duque Gómez y Julio César Cubillos, misión esta última que adelantó la más intensa exploración de los yacimientos, en temporadas de trabajo que se extendieron desde 1970 hasta 1977, bajo el patrocinio de la Corporación Nacional de Turismo de Colombia y de la Fundación de Investigaciones Arqueológicas del Banco de la República de Colombia








 El pueblo escultor
Se sabe hoy que la base principal de su sustentación económica fue la agricultura del maíz, del maní, del chontaduro y de la yuca, sumada a actividades complementarias de pesca y caza. Evidencias de tales labores han sido comprobadas en estratos que datan del siglo VII a. C. y que explican los rasgos fundamentales de su arte escultórico, íntimamente relacionado con las concepciones cosmogónicas y religiosas. Esto contrasta notablemente con la estructura simple de sus viviendas, que eran de planta circular y de cubierta pajiza, hecho que explica plenamente Cieza de León (1518-1560), un cronista de la Conquista.
Las casas estaban construidas con materiales perecederos, por lo cual no han quedado de ellas más señales que los orificios donde se hincaron los maderos redondos que formaban sus muros y que sostenían los techos, formando recintos de tres, cinco y hasta nueve metros de diámetro, estos últimos destinados al parecer, a la morada de los jefes de la tribu o de los mohánes o chamanes. Una vivienda la formaban generalmente varios bohíos, situados a gran proximidad unos de otros. Allí tenían sus dormitorios, sus fogones, que eran tres o cuatro piedras semi-redondeadas, sobre las que colocaban las vasijas destinadas a la cocción de alimentos, cuando no empleaban las ollas trípodes, de soportes altos y macizos. También aparecen dentro del perímetro de las casas, o muy próximas a ellas, huellas de sus pequeños talleres y los lugares señalados para arrojar los desperdicios.



Cultura (organización social)
Los rasgos peculiares que caracterizan el florecimiento de la cultura de San Agustín, entre el 300 d. C. al 800 d. C., tales como el gran desarrollo de la estatuaria lítica, que presenta una etapa ya muy avanzada desde el siglo VII a. C., la construcción de grandes terraplenes o aterrazamientos para la localización de las necrópolis, la edificación de muros de contención, las tumbas revestidas con grandes lajas de piedra, algunas, las principales, cubiertas con montículos artificiales coronados con templetes funerarios, las fuentes ceremoniales labradas en la roca viva, reflejan una adelantada organización del trabajo y una estratificación social y política. La escultura, en particular, indica claramente una verdadera especialización del trabajo, ya que esta actividad, dado el grado de complejidad y de adelanto que alcanzaron sus artífices, supone una gran habilidad profesional, un notable talento artístico y en especial un profundo conocimiento de las creencias religiosas de la tribu, a través de una larga tradición de tales manifestaciones religiosas. Además, diferencias que se aprecian en la estructura de los sepulcros de un mismo yacimiento, sin indicaciones claras de una secuencia cultural, hablan más de una estratificación social, puesto que la cerámica y otros elementos del ajuar funerario atestiguan la contemporaneidad de unos y otros. Tal estratificación estaría basada sobre la diferencia entre los grupos ocupacionales y en la jerarquía política y religiosa, consolidada en la formación de pequeños señoríos, una organización típica de la mayor parte de los grupos indígenas encontrados por los españoles en el siglo XVI en la región andina de Colombia.

La escultura


Los bloques en que fueron talladas son tobas volcánicas y andesitas lávicas, algunas de grandes dimensiones, hasta de más de cuatro metros de altura y de varias toneladas de peso. Con excepción de la vecina región de Tierradentro (Cauca) en ninguna otra zona de Colombia se presentan estos rasgos monumentales de la escultura y puede afirmarse, por consiguiente, que ellos están confinados al Alto Magdalena.
La estructura general del complejo arqueológico de San Agustín ofrece algunos rasgos muy característicos, como la homogeneidad de ciertos elementos y su continuidad a través de los distintos períodos evolutivos, lo que habla en favor de un parentesco cultural de los diferentes grupos que allí concurrían y de una larga tradición de los mismos, expresada en elementos indicativos como la cerámica y la industria lítica, como también en ciertos motivos representados en las esculturas, cuyas formas ancestrales se inician por lo menos en el siglo VII a. C. y persisten, al lado de otras posteriores, hasta el siglo XVI de nuestra era.
También la serpiente ocupa un papel preponderante en las representaciones escultóricas de San Agustín y en la fuente ceremonial de Lavapatas. Una estatua que se encuentra hoy en el parque arqueológico, en el llamado "Bosque de las Estatuas", presenta las manos dobladas sobre el pecho y éstas sostienen, de la cola y de la cabeza, una serpiente enrollada. Los elementos que caracterizan esta escultura permiten interpretarla como una Divinidad de las lluvias o como la representación de un sacerdote en el momento de invocar el espíritu de la deidad para que se pronuncie en favor del campo o de las cosechas.
La cerámica
Es fundamentalmente monocromática, hecha en atmósfera oxidante, por el sistema de enrollado y con engobes de distintos tonos ocres. Predominan las formas de cuencos pequeños, platos, ollas trípodes, copas de soporte alto. También se encuentran grandes vasijas, destinadas al almacenamiento de líquidos y a servir de urnas funerarias. La decoración es casi siempre incisa, aunque se registra también la pintura negativa, negro sobre rojo, desde las fases iniciales del florecimiento de la cultura, en el período que se denomina Formativo Superior. En el período final, o Reciente, aparece la pintura positiva bicolor, como también una decoración granulada.

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